jueves, 7 de agosto de 2014

¡No Grites! (Parte 2)

Abrió la puerta y César ya lo estaba golpeando y le dio la primera apuñalada con el cuchillo cuando Marisol empezó a levantarse y un destello de sus manos comenzó a brotar...
- ¿Ya está muerto?  ¿César? 
César sólo miraba aquel cuerpo inmóvil tirado sobre el suelo.
- Sí - dijo César. Apenas Marisol lo escuchó.
Marisol se acercó a César y trató de tranquilizarlo. Ya no había más por hacer. El hombre que los persiguió con el único fin de asesinarlos, estaba muerto. Querían pensar que todo había terminado, que toda probabilidad de peligro había terminado, sin embargo, ambos sabían que sólo el hecho de pensar eso, podría ser su fin.
-Marisol, busca alguna maleta o bolsa grande y toma lo necesario para largarnos de aquí, mientras yo buscaré... - se calló.
- Enseguida, pero ¡¿a dónde rayos nos largaremos?! Para empezar, ha de ser como la una de la mañana y seguro hay muchos animales peligrosos afuera, aunque eso es lo menos. Sabes que sólo mandaron  a un hombre a matarnos porque creyeron que con él era más que suficiente, pero ahora que se encuentra muerto y se den cuenta que no regresa con nuestros cuerpos fusilados, ellos vendrán a buscarnos. César, tengo miedo, pánico, me siento débil. 
- Sólo haz lo que te digo, confía en mí, ¿quieres?
- Pero César...
- ¡Haz lo que te digo! - gritó César con desesperación - sólo no tardes más de diez minutos, por favor.


César fue al que era el estudio de su padre, necesitaba encontrar...

sábado, 11 de febrero de 2012

¡No Grites! (Parte 1)

- ¡No grites! - le suplico a Marisol, tapándole la boca. Ella enseguida se la retiro.
- No grito. Dime ya que pasa. ¿Qué hacemos aquí? Tú dijiste que...
- Sé lo que dije, pero aún así no es seguro aquí, él aún nos sigue y nos puede oír desde lejos, sé que te dije que ya no venía atrás, que podías desahogarte, hasta que vi una sombra que seguro no es de ninguno de los dos. Yo te protegeré. Si él nos alcanza...
- No lo hará, lo hemos golpeado bastante César. Estaba sangrando mucho.
Estaban solos en aquella casa abandonada, entre el bosque. Esa casa era de los padres de Cesar. La dejaron de visitar cuando murió su madre. Estaba llena de polvo pero intacta. Ellos se encontraban en la habitación de arriba, sin luz.
Alguien empezó a abrir la puerta.
- Cesar, nos ha encontrado, saca el cuchillo.- le susurro al oído con su voz llena de miedo.
- Ya lo saqué. Quédate en aquel rincón, te verá e irá hacia a ti, yo lo acuchillare por atrás.
- Sólo hazlo rápido. - y le dio un beso en su boca, sintiendo que tal vez sea el único que le de sin que el este herido o... muerto.
- Chicos idiotas, sé que están dentro de esta habitación. Esto les pasa por ver lo que no deberían ¡imbesiles!
Abrió la puerta y César ya lo estaba golpeando y le dio la primera apuñalada con el cuchillo cuando Marisol empezó a levantarse y un destello de sus manos comenzó a brotar...

viernes, 6 de enero de 2012

Amaneció. Sabes que debes levantarte, pero no lo haces. Te llega los recuerdos de la noche anterior, recuerdas como se miraron, casi se decían que se querían, casi te acercabas para decirle tus sentimientos, no lo hiciste, algo interrumpió, sólo se pudieron despedir con la mirada. Te levantas rápidamente, se verán hoy, tienes la esperanza de que suceda algo, algo que te motivará a confesar tus sentimientos o saber los de él/ella. 
Llegas y se encuentra en el lugar de siempre, quieres ir a su lado, renuncias, llego el profesor a dar clase y sólo esperas que termine para estar a su lado y decirle... te quiero. 

martes, 3 de enero de 2012

Ángelus

Santiago estaba bailando con aquélla chica. Lucero. Una joven muy superficial, que sólo salia con chicos atractivos. Santiago no era un muy atractivo, era agradable a los ojos de cualquier jovencita. Tenía sus ojos color miel, de piel morena clara, cabello castaño, lacio, llegaba a cubrir sus cejas, de cuerpo fornido y alto, 1.80 para ser más precisos. Lucero bailaba con Santiago porque su guapo novio no llego a la fiesta de San Valentin por causa de un dolor de estomago.... o al menos eso le dijo a ella. Y Santiago bailaba con Lucero porque la chica de quien estaba locamente atraído no asistió a la fiesta porque no le gustaban los bailes y Lucero se encontraba sola al igual que él.
- Ya me quiero ir de esta fiesta, cada vez la música se está haciendo un asco.- dijo Santiago
- Pues vete, yo aún tengo a chicos que quieren bailar conmigo, es larga la fila.- le contestó Lucero de mala gana.
- ¡Me voy! Pero te daré un consejo antes... Mantén una distancia de 50cm, así no les pisarás los pies, yo ya los tengo hinchados.- se burlo.
- ¡Idiota! Lárgate ya ¿quieres?- casi se lo grito.
- No sabes cuanto deseo largarme, adiós.
Mientras Lucero le lanzaba una mirada iracunda, él se volteo y se dirigió directo a la salida, al único lugar donde podía dirigirse a altas horas de la noche era a su casa, pero tenía que hacer tiempo, no quería llegar a su casa y encontrar a sus padres despiertos, a las fiestas que asistía, se quedaba un largo rato y siempre llegando a casa cuando sus padres dormían para que no preguntarán como le había ido, sin preocuparse que a la mañana siguiente le preguntarán, pues sus padres salían temprano de trabajar y al regresar cansados sólo miraban el televisor y se olvidan de la noche anterior.
Se dirigió a la casa de la chica que quería. Valeria. Le gustaba tanto porque tenía una frágil figura, muy delgada, como si abrazarla la fuera a romper, pero no parecia estar enferma, se le veía muy sana, sus ojos marrones y cabello muy largo. Valeria era amante  de la naturaleza, se la pasaba en los parques y su modo de pensar tan diferente a las demás le agradaba, eran muy amigos, pero no sabía en que momento declarle quería como algo más, siempre era interrumpido por Daniela, una chica que quiere con él y evita todo momento a solas con Valeria.

Una vez a fuera de la casa de Valeria, Santiago le marca al celular de Valeria. Contesta al tercer timbre.
- Hola.- contestó Valeria
- ¿Qué tal? Oye... estoy fuera de tu casa, sé que es muy tarde pero quiero hablar contigo ¿puedo pasar?
- Es tarde, ya estoy en pijama.
- Por favor, es urgente.- rogó.
- No, lo siento pero será mañana, no lo tomes a mal por favor.
- Claro, adiós. colgó el teléfono.
Al colgar Santiago, sabía que si no se lo decía esa noche que la quería no se lo diría nunca. Se dirigió al patio trasero de la casa de Valeria, subió por la cuerda que dejaba Valeria para que ella bajara y saliera de su casa para no ser interrogada por sus padres a donde se iba.
Y la vio por su ventana, sentada en su cama y llorando, no estaba en pijama como le había dicho, sostenía un pequeño búho de metal brilloso. Trato de abrir la ventana pero estaba cerrada, toco la ventana y enseguida ella volteo y se dirigió a apagar las luces de su habitación y luego fue a abrirle la ventana.
- Te dije que no Santiago.- le tembló la voz al decirle.
- Y yo te dije que era urgente, ¿por qué apagaste las luces? - preguntó
- ¿Qué quieres? - casi de manera grosera le contesto.
- A decirte algo muy importante. - no sabía que palabras escoger.- Valeria, si no te lo digo ahora, tal vez no pueda decírtelo en otra ocasión, siempre me interrumpen pero esta vez nadie lo hará, Valeria, te quiero y no solamente como amigo, te quiero como algo más, y creo que me estoy enamorando de ti, yo no sé si tú sientas lo mismo pero ya no toleraba más verte con otros chicos y pensar que si de verdad los querías o sólo salias con ellos por gustitos simples, Valeria, ¿me quieres? Y sabes a que forma de quererme, dímelo por favor.
Valeria en vez de contestar se echo a llorar.
- ¿Valeria? ¿Qué te pasa? - se acerco a ella deseando abrazarla pero no lo hizo, sólo toco su hombro.- ¿Tan difícil te resulta decirme que no me quieres?
- ¡No! Ese es el problema.- lo miró.- Yo también te quiero y siento lo mismo por ti que tú por mi pero yo no puedo andar contigo, si estoy contigo como novia puede que me enamoré perdidamente de ti y no sé que sería mí si se enterarán mis padres, he tenido novios para olvidarme de ti y sólo verte como un amigo, yo sabía que con los demás no me enamoraría porque ellos no tienen lo que tú. Tú tienes algo especial, pero debe decirte quién soy o mejor dicho qué soy. Yo soy una sometida a las ordenes de mi líder Giselle, ella le ordena a mí y a sus demás siervos a robar un poco de sangre, lo suficiente para dejarlos inconsientes, no matamos a nadie, pero los dejamos tan debiles que al peligro que los ataque un troll y los golpee hasta matarlos, ¿por qué lo hace? Porque ellos siguen creyendo que a causa de los humanos quedan muy pocos de ellos y la verdadera causa es que quien los extermina son los elfos, para asegurarse de que no dañen su habita  , porque son mu destructores, les hemos dicho que son los elfos pero niegan a creerlo porque cuando entran en sus casas no les hacen daño pero al salir los matan y los elfos hacen parecer que es un humano quien lo hizo, los trolls no atacan a humanos fuerten, saben que pueden ser derrotados pero si estan debiles ellos atacan. Nuestra lider nos ordeno quitarles su sangre y enseguida llevarsela para alimentarse porque no les guste que la sangre sepa amarga y es por eso que no nos da tiempo de llevarlos a un lugar seguro, si no se la llevamos rápido ordenará asesinar a nuestra familia.

Santiago no podía creer lo que Valeria le decía pero logro preguntar.
- ¿Por qué necesariamente su pareja?
- Porque sabemos que cuando te gusta una persona se le acelera el corazón y es más rápido quitarle la sangre y que nadie nos vea.
- Pero ¿cómo saben los trolls a quién van a atacar?
- Nos siguen, nosotros no los vemos pero los sentimos detrás de nosotros.
- Y a todos los que les has quitado parte de su sangre, ¿los han matado?
- No, algunos se salvan porque despiertan rápido y pueden defenderse pero no todos.
- Pero ellos no sabrían que somos pareja.
- Si lo sabrían, cada uno de nosotros tenemos a este búho.- lo mostró muy rápido a Santiago.- El ve todo, sólo que ahora no lo hace porque está todo apagado y supone que estoy dormida.
- Entonces por los días seamos amigos, por las noches algo más.
- ¿Pero resistirás verme con otros?
- Dolerá pero mientras tú me digas que soy el único a quien quieres, resistiré.
- Eres el único que quiero.- toco su rostro con su mano.
- Y tú, la única que quiero.- la beso por un corto tiempo. - pero ¿qué eres?
- Una vampira sería bueno decir pero, me alimento igual que tú, casi soy un completo humano, obtengo la sangre de mis parejas abriendo con mis uñas un pequeño orificio y lo introduzco en una botella. No tenemos un nombre, nuestras características son que somos muy veloces, tenemos visión nocturna y sólo los hombres son además fuertes pero las mujeres tenemos un excelente olfato.
- Super humanos.- dijo Santiago
- Casi, pero no lo suficiente para defendernos de los vampiros, son lo doble de nosotros, Giselle es vampiro, no lo hace por cuenta propia porque los lobos la tienen amenazada.
- Podemos hacer algo.
- Tal vez, pero olvidemoslo esta noche.

Se besaron con anhelo, los dos lo deseaban desde hace mucho tiempo, era un amor inmenso, ya se amaban. Caricias entre ellos. Pero no pudieron llegar más, casi amanecía y el búho se podía dar cuenta de Santiago. Él la dejo, con una gran tristeza pero tenía que hacerlo, tenía que dejarla, pero sabía que la volvería a ver al anochecer.